De niña siempre quise ser una persona diferente a los demás. Esta idea de "seguir
la corriente" no me caía bien. No sé por qué tenía esta idea, pero
recuerdo que me gustaba elegir siempre lo que la minoría quería hacer. Mis
hermanas me decían que yo llevaba "la contra". La verdad es que yo
quería ser especial, marcar una diferencia, ser una persona difícil de olvidar.
Durante mi adolescencia demostré este deseo por la ropa que llevaba. Siempre me
ponía negro, llevaba lápiz labial morado y una actitud rebelde (no me gustaba
tomar fotos así que no tengo este momento registrado. La foto al costado la
tomé en la Noche al Revés que hicimos acá en el Perú. Creo que es porque a la
mayoría de la gente le gusta tomar fotos y decidí que no me iba a gustar. Una
vez le pregunté a mi madre por qué ella no tenía fotos de cuando yo era una
niñita ya que tenía de mis hermanas. Yo esperaba una respuesta como...
"¡Oh hija es que en ese momento no teníamos una cámara", pero la
respuesta fue ..." Tú hacías un gran escándalo si decía que iba a tomar
una foto, llorabas mucho." Llevaba la contra hasta en mi subconsciente
(jajajaja). Volviendo al tema, esta actitud me trajo algunos beneficios, pero
también me causó muchos problemas con mis padres y me era difícil tener amigos.
La verdad es que mi motivación para querer ser diferente estaba equivocada.
Cuando cumplí 12 años mi madre nos inscribió a una
conferencia para que mis dos hermanas mayores y yo aprendiéramos sobre la
Biblia y la Sexualidad. No porque a los 12 mi madre pensara que tenía que
saberlo, sino porque no sabía cómo hablar sobre el tema y un grupo de
estadounidenses que viajaban por el mundo con una conferencia titulada
"QUIEN AMA ESPERA" llegó a nuestra ciudad y no quiso perder quizás la
única oportunidad que tendríamos para aprender acerca del tema, porque sobre
eso no se hablaba en las iglesias (por desgracia). A pesar de tener sólo 12
años, el tema me interesaba mucho, no porque iba a aprender lo que Dios piensa
al respecto de sexo (acuérdese que acepté a Cristo dos años después de este
evento), sino por pura curiosidad. Bueno, ahí estaba yo, en la conferencia. Los
líderes ya habían anunciado que al final se invitaría a los jóvenes presentes a
tomar un voto de pureza sexual.
Yo estaba bien atenta a todos los temas, pero nada era
tan atractivo para mí al punto de hacerme tomar una decisión como esta. Hasta
el momento en que el orador comenzó a hablar acerca de las estadísticas. No
recuerdo bien el porcentaje que presentó, pero era algo inusual para mí, y
cuando descubrí que la mayoría de las chicas de todo el mundo pierden la
virginidad antes de los 18 pensé: "OPS, hay muchas chicas, ellas son la
mayoría" (ese era mi pensamiento, pero debo confesar que nunca fui buena
para las matemáticas). Yo no quería estar entre ellas, dentro de la
estadística, para mí era el punto determinante para tomar mi decisión al final
de la charla. Así es como hice mi promesa de pureza sexual.
Durante los dos años siguientes no fue muy difícil
mantener mi decisión. Porque yo estaba convencida de que el sexo, solo ¡DESPUÉS
DEL MATRIMONIO! Yo era tan al revés que decía con mayor orgullo que todavía era
virgen, mientras que las otras chicas de mi edad se avergonzaban de decirlo.
Recuerdo un día en el colegio hablando con una compañera de clase, no sé por
qué hablamos sobre el tema, y ella no me creyó, me llamó mentirosa cuando dije
que era virgen a los 18 años. - "¿Con 18 años virgen? ¡Tú ni eres fea! Lo
siento pero no te creo. Lo dices porque eres cristiana y no quieres admitirlo".
Ese era su argumento. Decidí no discutir con ella, y me sentí muy orgullosa de
estar fuera de las estadísticas.
A los 14
años después de conocer a Cristo, realmente pude comprender la importancia y la
magnitud de esta promesa. Por supuesto que delante de Dios la volví a hacer,
pero ahora con un corazón sumiso a Su voluntad y con una nueva motivación para
apegarme a ella. Mientras maduraba en mi fe también descubrí que todo este
deseo de ser diferente,
podría ser re-direccionado. Naturalmente, abandoné el "negro total"
de mi ropa (sigue siendo mi color favorito, seguido de morado y azul, pero
ahora me permito usar un rosado, un color amarillo, verde, y antes, ¡JAMÁS!),
Abandoné la actitud rebelde y permití que el Espíritu cambiara mi manera de pensar.
Me casé a
los 22 años de edad y con la gracia de Dios pude mantenerme fiel a mi promesa.
Para mí, decir "valió la pena esperar" es más que una canción. Es una
marca de éxito y un deseo de mi corazón en buscar la diferencia para honrar a Cristo. Por eso el día
de mi boda fue muy especial y era lo que ocupaba mis pensamientos durante la
ceremonia. A partir de ese día hice nuevas alianzas con el Señor acerca de mi
sexualidad y mi comunión con Él. Quiero seguir siendo diferente, pero con la perspectiva correcta, con el blanco bien claro y
con las intenciones y motivaciones acertadas.
“Por lo
tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada
uno de ustedes, en adoración espiritual ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo,
santo y agradable a Dios. No se
amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su
mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y
perfecta. (Romanos 12:1-2)