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30 de novembro de 2012

El “Oscar” de La Vida

La foto al costado fue tomada en el 2004, fue una programación especial del grupo de jóvenes de mi iglesia. La idea era premiar a los jóvenes que han sobresalido en su ministerio este año. Yo recibí el Oscar por destacar en el ministerio de Recepción Artística (tengo mi trofeo hasta hoy \ 0 /).
Este año fue muy especial para mí. A principios del año participé en el ministerio de misiones urbanas (gran experiencia, ¡me encantó!). Para la segunda temporada de ministerios fue creado este nuevo, Recepción Artística. Como fue la primera experiencia, a la mayoría de los jóvenes no le gustó participar. Recuerdo cuando salió el resultado de la Feria de Ministerios y preguntábamos: "¿Qué ministerio te quedaste?", algunos respondían: "Decepción Artística." Como todo el mundo yo no estaba muy segura de cómo iba a funcionar, pero no me quejé de nada (aunque yo quería otro ministerio). Fue una experiencia fantástica y muy difícil. Creo que la líder me eligió para ganar el premio porque no tenía muchas opciones. Los participantes estaban muy descontentos y casi no iban a las reuniones y mucho menos a los días de confeccionar lo que se necesitaba para las noches especiales. Era visible la tristeza de la líder que se esforzaba mucho para animar a los chicos y como yo soy una DEFENSORA FIEL del versículo: Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, porque ellos cuidan sin descanso de ustedes, sabiendo que tienen que rendir cuentas a Dios. Procuren hacerles el trabajo agradable y no penoso, pues lo contrario no sería de ningún provecho para ustedes (Hebreos 13:17 – NVI), yo intentaba todo lo posible para no dejar que ella se sintiera sola. A menudo me iba a preparar los materiales sólita  y como ella estudiaba por la noche me dejaba a cargo de todo.

Hagamos una pausa para aprender algo importante: la Biblia es muy clara acerca de la importancia y la responsabilidad del liderazgo espiritual. Tuve dificultad en vivir esta verdad, tuve que tomar decisiones radicales para no pecar en esta área tan importante de mi vida (¿te acuerdas que yo no aceptaba las autoridades?). Hoy en día yo las respeto mucho, y comienza con mi esposo como el líder espiritual de nuestra familia, y engloba mis pastores, líderes, presidente, alcalde, etc. No pongo en duda una orden, aunque yo no la entienda, no esté de acuerdo, o tenga una idea mejor. Si lo que esta autoridad me está pidiendo no viola ningún principio bíblico, no importa cuán pequeño sea (Nosotros primero obedecemos a Dios, y después a los humanos - Hechos 5:29), no desobedezco. Porque entiendo que esto es lo que Hebreos 13:17 nos dice, y hay muchos más versículos que confirman esta verdad.  Aliviar la carga de las responsabilidades que ellos tienen es algo que puedo hacer con amor.

(Volviendo al grano…) Confieso que a veces lloré sola en un salón de la iglesia pidiendo de Dios el ánimo y la fuerza. Y si yo me sentía así, ¡imagínate la líder! Fue justo en este momento que reflexioné sobre algo muy importante en mi vida. Al servir en un ministerio de la iglesia, ¿lo estoy haciendo para ser observada por los demás o para que el nombre de Dios sea glorificado con mi servicio? Chequeé mi corazón y fui reprobada. Una vez que haya gente que mira lo que haces, te esfuerzas por 2 razones: 1 ° para recibir elogios y 2° para ser aceptado. Y cuando nadie está mirando, ¿lo hago con el mismo esfuerzo?
En una de esas noches solas confeccionando los materiales para una noche joven yo dejé todo y empecé a orar. Pedí perdón a Dios por haber descubierto un pecado, el pecado del orgullo. Y desde entonces pedí al Espíritu que transformara eso en mí. Decidí hacer todo con alegría y temor a Dios sin importarme los reconocimientos humanos. Para mí ya seria suficiente que Dios sondara mi corazón y me aprobara.

Este año fue el único que no hubo la obra anual de Navidad, entonces, cada ministerio haría una presentación especial. Fui invitada a participar en el ministerio de Pantomima (y de  esta invitación, entré en una nueva fase de mi vida, pero esta historia va a quedarse en otro post).

Cuando se anunció la noche del Oscar yo realmente no esperaba recibir ningún premio y cuando se anunció el joven destacado de Recepción Artística ¡no me lo podía creer! Recibir este Oscar representaba para mí la sonrisa de Dios para mi oración. Yo no estaba más interesada en los reconocimientos humanos y mis esfuerzos habían sido redirigidos a contribuir al crecimiento del Reino. Dios conoce mi  y sabe que en este día yo confesé mi pecado y decidí abandonarlo.

Yo recibí muchos aplausos en ese día, y quizá mucha gente se sorprendió por mi nombramiento, porque nadie me vio hacer las cosas, por lo general yo estaba sola y como soy tímida no hice propaganda de lo que hacia. Dios quiso darme este reconocimiento ante los hombres, porque yo había decidido buscar sólo el reconocimiento de Él.
Al final de la noche, las dos líderes de los otros dos ministerios que yo había participado me dijeron que a pesar de que yo no tenía la estatuilla que también merecía el Oscar por mi dedicación a estos ministerios, pero cada joven sólo podía recibir un premio y el pastor decidió que yo recibiría lo de Recepción Artística, y eso fue fantástico, porque era el ministerio despreciado, lo que hizo que para mí fuera la mayor honra. ¡Dios hace cosas extraordinarias de lo que el hombre desprecia!

Esta pregunta siempre me viene a la mente cuando estoy haciendo algo. A veces llegué a ser reprobada y cada vez que pasa pido perdón de nuevo y permito la transformación del Espíritu. En este proceso difícil, pero impresionante de la santificación empecé a desear un nuevo Oscar (y en varias ocasiones he comentado al respecto con alguien), y quiero escuchar el reconocimiento del mismo Dios: Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”

¡Cómo deseo con todas mis fuerzas escuchar eso!

Es difícil no esperar por lo menos un "muy bien Julie" por algo que hice (sobre todo porque mi lenguaje de amor principal son las palabras de afirmación), es complicado seguir haciendo con excelencia y alegría cuando nadie reconoce mi esfuerzo. Es un ejercicio constante de humildad a ser practicado. Si me preocupo en dirigir mis esfuerzos a otras personas, siempre habrá oportunidades para sentirme desanimada y frustrada. Necesito hacerlo porque agrada al Señor, porque sé que es Su voluntad. Esto incluye todas las áreas de nuestras vidas. En el matrimonio, por ejemplo, no me puedo permitir el lujo de ser sólo una buena esposa, la ayuda idónea que mi esposo necesita que yo sea, sólo cuando él se esfuerza para ser romántico o darme algo que yo quiero. Por la fe y la obediencia a Dios lo hago con temor y amor a los mandamientos de Jesús. Si Dios nos amara sólo cuando le correspondamos igual, ¿qué haríamos? ¡ESTARÍAMOS FRITOS!

Esta lucha constante con mi ego me hace descubrir una gran parte de mi carácter. Algunas buenas y otras malas.

En diciembre del 2006 recibimos un gran desafío. Asumimos la responsabilidad de llevar un gran ministerio. Casi muero de miedo porque la gente crea nuevas expectativas, esperan algo mejorado de lo que ya se había hecho. Lo triste es que las personas que más deberían apoyarnos fueron las que más nos  desanimaron. Oímos cosas como: - “Este ministerio no tiene la cara de ustedes. ¡No quiero participar!" –“Ustedes no tienen ninguna experiencia para estar aquí". Y para mí el peor de todos: - “Yo sé que la calidad bajará mucho, pero por lo menos hagan lo mismo que el año pasado."

¡DÁME UN BALAZO, DUELE MENOS!!!! (momento dramático, jajaja). Llegaba a casa y lloraba como una niña. No podía ser peor, ¡la motivación se había ido al hoyo!! Mi esposo estaba tan desanimado como yo, y pensamos en desistir.

Soy una llorona (lo confieso), pero ya no sé no confiar en mi Padre. Fui a orar y a veces pongo melodía en mis frases de la oración. Me puse a cantar y el Señor me dio mi primera composición musical (casi nadie la conoce porque no fue tema de un campamento como de Alta Fidelidad: ver el post: Y nació una canción), pero fueron palabras sinceras de un corazón dependiente de Dios.

PARA AGADAR A DIOS
 (Esta es una traducción, pues la letra original está en portugués)
Por: Juliane Ferro - (diciembre de 2006)

Padre dependo de Ti, porque sólo Tú me conoces. ¡Sondea mi corazón!
Porque sólo Tú conoces mis sueños,
Porque sólo Tú conoces mis planes,
Porque sólo Tú sabes la disposición de mi corazón para servir.

No es a los hombres que yo quiero alegrar,
No es a los hombres que yo quiero agradar, sólo a Ti.

Transforma en  mí lo que necesito, restaura en mí lo que sea preciso para agradarte.

Porque mis ojos no pueden ver, mis oídos no pueden escuchar,
Mis pensamientos no pueden lograr alcanzar lo que Tú piensas respecto a mí.

Puedo cambiar mis sueños por Tus promesas
Puedo cambiar mis planes por Tu salvación...

Para agradarte, es que yo vivo,
Para llegar a Tu corazón,
Para poner una sonrisa en tu rostro.
¡Para agradarte!

Después que se la canté a mi esposo decidimos no darnos por vencidos y no hacer nada en este ministerio para recibir la aprobación de los hombres. Al final, las mismas personas que nos desanimaron con sus palabras nos dijeron que fue la mejor presentación de todos los años.

¡Dios es hermoso! No me canso de repetir esto, porque Él rinde homenaje a un corazón obediente y sumiso.

Hoy en día no hay un reconocimiento más apreciado por mí que lo de Jesús. Quiero correr la carrera que se me propuso y llegar al final de la misma con la satisfacción de haber hecho todo lo que mi Entrenador esperaba de mí. ¡Quiero agradar a aquel que me llamó!
Y sí es cierto que vamos a recibir un Oscar en el final de la vida.

¿Estás listo para recibirlo? ¿Estás haciendo lo mejor y más excelente para complacer a Aquél que realmente importa y sondea el corazón y nuestras intenciones? ¿Estás dirigiendo tu amor y servicio al blanco correcto? ¿Cuando nadie ve lo que estás haciendo el resultado  es el mismo que cuando alguien te está mirando?

Ve los fabulosos premios Oscar prometidos por Dios a los que perseveraren y permanecieren fieles a Él:
Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios (Apocalipsis 2:7).
Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que salga vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte (Apocalipsis 2:10-11).
Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe (Apocalipsis 2:17).
Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones  —así como yo la he recibido de mi Padre— y “él las gobernará con puño de hierro; las hará pedazos como a vasijas de barro”. También le daré la estrella de la mañana (Apocalipsis 2:26-28).
El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles (Apocalipsis 3:5).
Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre nuevo (Apocalipsis 3:12).
Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono (Apocalipsis 3:21).

¡YO QUIERO ESTOS PREMIOS! ¿Y TÚ?

Video de Cassiane - IMAGINE