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18 de junho de 2012

No Aprendí a Decir Adiós


Participar en un ministerio siempre fue una gran alegría. Era sinónimo de NUEVOS AMIGOS, NUEVOS RETOS, NUEVOS APRENDIZAJES, y por supuesto, la oportunidad de servir a Dios con mis dones y talentos. Esta foto fue tomada en diciembre de 2009 al final del Ministerio de Mimos de la Nueva Iglesia Bautista. Fue una de las mejores temporadas que he vivido como líder y como sierva de Dios.

Después de 6 años de participar en el liderazgo de este ministerio que nació en el corazón de Dios, porque me encantan los mimos, Dios ya había planeado otras cosas para mí. Cuando tomé esta foto, no sabía que iba a ser la última temporada como líder, pero Dios sí, y todo fue en su propio tiempo. Tal vez si yo hubiera sabido que sería la última temporada habría disfrutado de ella un poco más.  

Eran tan buenos los momentos de ensayo, de juegos, de estudio, el compañerismo, el compartir, y todo lo que un ministerio pueda ofrecer. 


El hecho es que después de un año más disfrutando de esta familia, Dios me dijo que debía despedirme. Sí, después de 13 años orando por misiones (lo creas o no, Dios decidió que éste era el tiempo necesario para prepararme) el Señor me llamó y yo dije "aquí estoy". Al principio sentí miedo, un tipo de emociones mezcladas, así como, “UAU, voy a realizar un sueño" y también, "Dios mío ¿qué será de mí?" Pero, como dice el versículo, quien ha puesto su mano en el arado no puede mirar hacia atrás, decidí confiar. Las miles de despedidas fueron muy difíciles. La familia, los amigos de la iglesia, los amigos de la universidad, todos los hermanos de la iglesia, ... UAU, me arrancaron el llanto, pero estaba decidida a cumplir mi misión!

Llegué a Perú en enero  de 2011, mi esposo y yo, solos, y sin conocer a nadie. No voy a mentir que las dos primeras semanas fueron tranquilas (emocionalmente hablando, porque salíamos todos los días por la mañana y volvíamos por la noche en busca de un lugar para alquilar y vivir). Mi mayor preocupación ahora era saber dónde íbamos a vivir, pero Dios fue muy bueno con nosotros y nuestra búsqueda duró sólo 15 días, hasta que nos trasladamos a un bonito apartamento.

Después que este tema fue resuelto y yo estaba más relajada, me di cuenta de cómo la gente de Brasil me echaba de menos. He aprendido con todas las letras lo que significa TE EXTRAÑO. ¡Qué difícil! Amo a mi madre, pero nunca fui de estas hijas emocionalmente dependientes, pero la verdad es que porque yo sabía que no podía verla cuando quisiera me hizo querer estar cerca de ella 24 horas al día (es la conocida lección de que sólo valoramos lo que no podemos tener).


Mi respuesta a esta profunda tristeza fue intensificar mis períodos de meditación en la Palabra y en la oración. Me quedaba horas estudiando los salmos y orando por todos aquellos que yo echaba tanto de menos (la oración era como un escape para estar cerca de ellos, porque creo que la oración crea un vínculo espiritual entre las personas). En uno de esos momentos de oración bañados por lágrimas le pedí a Dios que me mostrara con claridad por qué yo estaba en el Perú y ya no tenía a mi familia y amigos cercanos, ¿cómo iba a sobrevivir a esta soledad? El Señor me llevó a recordar una hermosa canción que he escuchado un millón de veces, pero nunca pensé de verdad en lo más profundo de sus versos. La canción se llama "Dame Tus Ojos" (si deseas escuchar la versión original la cantante se llama Marcela Gándara). Después de recordarme la canción, tomé mi teléfono, busqué el archivo y decidí cantarla como una oración. Abrí la ventana de la habitación, miré al cielo y empecé ... Cada frase tenía una enorme pausa, con muchas lágrimas en el medio, pero por primera vez entendí la canción y dejé que Dios hiciera los cambios necesarios.




Entonces me di cuenta de que no se trata de mí, sino de Jesús, de quién es Él  y lo que Él quiere. Cuando aprendes a ver con los ojos de Dios, servir a la gente gana todo el valor y el sentido, amar a Dios toma forma y nombre. (1Juan 5: 1-4). Toma tiempo para leer con calma todo el libro de 1 Juan y entenderás que el amor no tiene sentido a menos que se dirija a las demás personas. Dios se preocupa por la gente, también tienen que importarnos! No hay nadie que desee más nuestro éxito como cristianos, que Dios. Busca tus fuerzas en Él. No importa lo mucho que tengas que llorar y repetir la misma oración, ora hasta que tenga sentido en tu corazón el cambio, ora hasta que tengas la perspectiva de Dios en cada etapa del proceso de tu santificación. En esos momentos de desesperación es cuando estamos más vulnerables a caer y cuando caigas, que caigas en el lado correcto, en los brazos de Dios, en Su dependencia de Él. No es acerca de ti (di tu nombre aquí), quien tiene que ser glorificado es Jesús, y no tú. ¡Cuando reconocemos nuestras debilidades somos capaces de dejar que Dios sea fuerte en nosotros!

Todos pasamos por momentos de dudas en nuestra vida como hijos de Dios, el deseo de nuestro Padre está en enseñarnos que el amor (y Dios es el amor mismo), es la clave para relajarse y confiar.

Después de esta clase dada por el mismo Dios en mi corazón, he decidido amar a la gente del Perú y guardar en la caja del buen recuerdo todo lo que había dejado en Brasil. Sigo amando a mi familia y amigos en Brasil, pero no se trata de mí, y sí del plan perfecto del Creador. Si Él me trajo a este país quiero demostrar su amor eterno de una manera práctica a cualquier peruano que yo conozca. Este hecho me da confianza para decir: Gracias Padre porque la obra es tuya y yo soy sólo una herramienta, y si la obra es Tuya, ¡Tú me darás todo lo que sea necesario para cumplir con tu buen propósito!


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