¿Qué Hablas?

Idiomas

10 de julho de 2012

¡Inmediatamente!




Esta foto fue tomada en nuestro último día en Manaus. Cuando nos presentaron a la Iglesia como Misioneros.

A pesar de que vivimos en una sociedad de la inmediatez, debo confesar que mi mayor defecto es la IMPACIENCIA. No me gusta sentir que se pierde el tiempo cuando sé que hay algo que hacer. ¡Si quiero algo, lo quiero para ayer!

Este carácter nunca me benefició. A menudo frustraba a las personas por querer acelerar su rendimiento en las cosas.

La palabra ESPERAR para mí siempre ha sido un martirio.
En cada etapa de mi vida siempre he querido estar un paso adelante.
Cuando era niña, quería ser una adolescente, cundo era una adolescente, sólo quería mi independencia, cuando llegué a ser joven, no quería estar sola y así sucesivamente.
Fueron tantas las veces que dejé de disfrutar de las situaciones y de las personas, porque estaba más preocupada por lo que no estaba todavía listo, y ahora veo que es triste pensar que el tiempo jamás volverá.

De todo esto estoy agradecida a Dios porque en algunas cosas me impidió tomar malas decisiones, como la elección de mi esposo, he aprendido (después de muchas lecciones de mi paciente Padre) a esperar y tomar la decisión correcta. Yo, como mucha gente, creo que, cuando nació, su primer llanto fue un fuerte clamor a Dios: "¡Señor, yo quiero un esposo!" (Pero esa historia es para otro post).

Puedo pasar un día entero escribiendo y nunca acabarían  los ejemplos de mi vida donde Dios quería que yo aprendiera la lección de ESPERAR.

Cuando Dios me llamó a las misiones yo tenía sólo 14 años, solo unos meses después de entregar mi vida al Señor. No puedo explicar por qué tan rápido he recibido este llamado, pero estaba segura de que era el plan específico de Dios para mí. Al principio me sentí muy frustrada, porque este era el último ministerio que yo quería. En mi mente débil,  MISIONES era sinónimo de pasar hambre y sufrir mucho. Y, por supuesto que yo no quería eso. Dije: "Dios, ¿por qué no la música? (mi sueño era ser cantante). ¡Cuán hermoso sería mi “Ministerio de Alabanza!".

¡Pero los planes de Dios no son los nuestros! Difícil de entender a veces. Pasé muchos años tratando de convencer a Dios para que cambiara de opinión. Me involucré con el ministerio de música en la iglesia, en mi primer empleo trabajé con la música, aceptaba invitaciones para cantar en bodas, cumpleaños, programaciones y cualquier otro evento.

La música era tan presente en mi vida que he recibido dos invitaciones para grabar un CD y algunas invitaciones para unirme a grupos musicales. ¡Era mi oportunidad! Pero lo creas o no, le dije que no a todas estas invitaciones, y no sé por qué dije que no, pues era mi sueño. Siempre pensé que era demasiado inmadura para esos compromisos.

Bueno, yo había convencido a la gente que el canto era mi "destino", pero nunca convencí a Dios (¡cómo era pretenciosa!!!). Con el tiempo, Dios fue cambiando el curso de mis ministerios y como consecuencia estaba cambiando mi . Cuando conocí a Érico (mi esposo) ya estaba convencida de que misiones era mi llamado.

Cuando empezamos como enamorados, ya avistando el matrimonio, orábamos por eso. Comunicamos a nuestro pastor de jóvenes nuestros planes de casarnos y ser enviados como misioneros. Un año después de esta conversación, nos invitó a dirigir el ministerio de Mimos, y mi pregunta fue: "Pero, ¿qué tiene eso que ver con las misiones?".

La verdad es que este tiempo de espera para mí fue difícil. Me costó darme cuenta de que este tiempo de ESPERA se trataba de un tiempo de PREPARACIÓN.

Dios me llamó a los 14 años y me envió a los 27. Fueron 13 años de espera y de estos 13 años, 7 han sido soñando y orando por eso con regularidad.

En ese proceso de espera me desanimé muchas veces, llegué a pensar que era una tonta por haber renunciado a la carrera de cantante. ¡A veces eso me molestaba!

Me costó mucho aprender, pero finalmente me di cuenta de que Dios no nos da cosas que no estamos listos para recibir. TODO, ABSOLUTAMENTE TODO, llega en el tiempo debido a nuestra vida. Dios es tan bueno que a menudo no nos da lo que queremos tanto, porque sabe que no estamos 100% preparados para recibir. No importa lo bien intencionados que seamos. Si no es el tiempo de Dios, transformamos lo que era para ser una bendición en una maldición en nuestras vidas y en la vida de otras personas, porque nuestras decisiones nunca nos afectan sólo a nosotros.

Y voy a confesar, ¡somos expertos en eso! Separa un tiempo y lee 1 Samuel 13:1-15 y ve que por su impaciencia, el rey Saúl desobedeció a Dios y perdió la bendición de tener su descendencia en el trono de Israel. Porque quería anticipar las cosas, hacer a su modo, lo perdió todo.

¿Ya te has visto así? ¿Queriendo convencer a Dios de que a tu manera es mejor porque no quieres esperar? El empleo que TÚ elegiste es más rentable, ¿pero te cuesta tus fines de semana y tiempo de calidad con tu familia? ¿Que la persona que TÚ elegiste para novio (a) es perfecta, sólo le falta ser un verdadero cristiano?

Disculpa la sinceridad, pero somos muy pretenciosos en creer que sabemos más de nosotros mismos que nuestro CREADOR. Decimos lo mucho que queremos esperar, pero ponemos nuestra atención donde NO debe estar. Nuestros ojos no tienen que estar en la ESPERA, ¡deben estar en la PREPARACIÓN!

Es más bonito decir a una joven que su "varón" todavía no ha llegado porque Dios aun lo está preparando. La realidad es que todavía no ha venido porque ELLA no está lista. (La idea también se aplica a los chicos).

¿Y cómo me preparo? Dejando al Espíritu transformar cada área, cada rincón, y todos los aspectos de mi vida. No te preocupes, no estoy diciendo que tenemos que esperar a la perfección para recibir las bendiciones de Dios, si así fuera ellas nunca llegarían. Pero recuerda que Dios mira el corazón y evalúa tus intenciones.

Para Dios lo que importa es un  dispuesto a hacer Su voluntad a cualquier costo y un  agradecido por todo lo que tengo y lo que NO tengo. Dios nos ama y SIEMPRE planea lo mejor para nosotros. ¡Aprende a esperar con confianza!

Para concluir mi historia (jajajaja), ahora sé que estos 13 años se trataban de mi PREPARACIÓN. No me puedo imaginar estar aquí en el campo de la misión, sin las experiencias que he vivido en cada ministerio que serví. ¡Cómo Dios es perfecto!

A veces tengo la tentación de arreglar las cosas a mi manera, y hoy en día Dios usa la vida de mi esposo, que con mucha sabiduría y amor me exhorta y me ayuda a poner mi enfoque en el blanco otra vez. Cada vez que pido algo de él sus primeras preguntas son: ¿Es esto realmente necesario? ¿Es importante para este momento? ¿Será bueno para ti y nuestro matrimonio?

Eso me hace volver a evaluar las cosas. ¿Y sabes lo que es lo mejor de todo? Es que cuando menos me lo espero, cuando ya me contenté en no tener lo que yo quería, mi esposo me regala lo que le pedí al principio (él siempre lo hace).

Y me siento amada, importante y especial. Y si él siendo hombre imperfecto es capaz de amarme así, ¡imagina nuestro Dios que es perfecto en el amor!

Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. (Jeremías 29:11)





Nenhum comentário:

Postar um comentário

O QUE VOCÊ ACHOU?